Padre Celestial. Muchas gracias por el aire en mis pulmones y por despertarme. Cada día que puedo abrir mis ojos y respirar es un día en el que puedo servirte y glorificarte. Te agradezco por morir en la cruz por mí y ser sepultado. Dios, te agradezco por no quedarte muerto, sino por conquistar el infierno y la tumba y resucitar de la tumba, y por eso, tengo un propósito glorioso. Dios, te pido que reveles tu voluntad en mi vida. Posiblemente se me ofrezca la oportunidad de liderar nuevamente a los niños en la iglesia. Aunque me encantaría hacer precisamente eso, ¿es ahí donde me quieres, Dios, o tienes otra misión para mí? Pido tu sabiduría para abordar esta oportunidad. En tu nombre, humildemente oro, Amén.
Si alguno de ustedes carece de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos liberalmente y sin reproche, y le será dada.
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