Gracias a Dios por levantarme de la cama hoy. No es seguro si estaría vivo hoy, pero Dios me permitió vivir otro día aquí. A pesar de las dificultades del destino, la tristeza, las cargas del trabajo y la ira, todavía estoy aquí. A veces dudo si quiero, pero sigo adelante. Alabado sea el Señor por estar con nosotros, incluso a pesar de nuestro pecado y odio. Él es nuestro Padre del cielo, que nos ama incondicionalmente, nos enseña y nos perdona.
Por el gran amor del SEÑOR no somos consumidos, porque sus compasiones nunca fallan. Son nuevas cada mañana; grande es tu fidelidad.
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