Señor, me refugio en ti del maligno, de mis preocupaciones y problemas. Toma toda mi lujuria, mentiras, orgullo, pereza. Que tu misericordia y gracia estén sobre mí.
Los justos claman, y el Señor los escucha; los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido.
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