Mi cuerpo está lesionado y no puedo entrenar, tengo miedo por mi longevidad física y mental, por favor oren por mí. También estoy luchando con la lujuria.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
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