Padre Celestial,
Me presento ante Ti con un corazón humilde, buscando Tu perdón. Reconozco que no he estado viviendo en alineación con Tu voluntad, y por las veces que he pecado—tanto por mis acciones como por mis inacciones—lo siento de verdad.
Confieso las veces que me he apoyado en la seguridad de Tu gracia sin apreciar completamente su profundidad. Entiendo la advertencia en Hebreos 6:4-6, y no deseo dar por sentado el don de la salvación que Tú provees.
Señor, ayúdame a vivir de una manera que te honre, buscando un verdadero arrepentimiento y crecimiento en mi fe. Llena mi vida con el Espíritu Santo, guiándome cada día a elegir el amor, la verdad y la justicia. Te agradezco por Tu amor eterno y misericordia. Que siempre recuerde la sacralidad de Tu gracia y me esfuerce por caminar en Tu luz.
En el nombre de Jesús, oro. Amén.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo y nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda injusticia.
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