Buenos días, te desafío a que tomes este tiempo para cenar con Dios mientras Él llama a la puerta de tu corazón. Eres cuidado, eres amado y Él quiere cenar contigo en Su santa presencia y en tu vida cotidiana.
¡Aquí estoy! Estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con esa persona, y ella conmigo.
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