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Bendito eres tú que clamas al Señor, bendito eres tú que sufres por el Señor, Él te ama profundamente, eres su amado hijo, y nada, ningún dolor, ningún demonio, ninguna batalla podrá cambiar esto, eres Suyo, perteneces al Señor, espera hasta que Él responda, alábalo, ámalo y Él te rescatará.
Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni ningún poder, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa en toda la creación, podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.
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